No era mi día. Ni mi semana, ni mi mes, ni mi año. Ni mi vida. ¡Maldita sea! –Charles Bukowski-
Hoy te voy a hablar de esos chicos que deambulan por las plazas. Con sus gorritas. Y su “trap” sonando en modo mantra. Tu quizás no los ves porque giras la cara o porque evitas andar por esas calles dónde dices que no se te ha perdido nada. Pues ellos viven en esos pisos grises y feos repletos de sueños rotos, construidos a años luz del sistema. Familia expertas en estirar las pensiones para llegar casi a final de mes. Malviviendo con contratos temporales, trabajos en negro y sueldos indecentes. ¿Quién les puede culpar de querer desconectar? Hacer un reset “de esta puta BIDA, TETE”. Eso es lo que hacen allí. Pasar de la EsSO y quedarse en los parques malditos. Y cuándo van a clase son los chicos y las chica que en clase siempre ocupan la última fila – por gusto o castigo, los que se duermen, siempre están ausentse, con la cabeza en otra movidas. Cuándo llega la hora de salir a la calle, nunca faltan y nunca llegan tarde. Les gusta ver pasar la vida. Y las pocas oportunidades con los otros hijos malditos. Y no porque se queden comiendo pipas, que aveces también comen y ríen y bailan y batallan y se hacen “selfies”. Pero, sobretodo, lo que más alimenta su cerebro ansioso son los porros. Fumar a mansalva. Calada a calada las horas pasan en la plaza…El Albertico, el Ponce, el Ricky, la Vero, la Lauri y tantos otros rostros, con sus mochilas y sus pocos apegos. Ajenos al “Procés”y la historia de que algún día vivirán en un país mejor. No va con ellos. Ellos ya viven en “Nunca Jamás”. Andan perdidos detrás del humo de índica cultivada en interior. De alto voltaje. Nunca es mucho para ellos. Y no te engañes, no tienen necesidad de involucrarse en nada porque nada se involucra en ellos. Son todos esos chicos olvidados que nos cantan, nos gritan, nos escupen a la cara letras narcisistas y consumistas e incluso machistas. Pero mientras exista el “molly” los “cuny”sabrán como abrirse camino en esta jungla. No les pidas que se rebelen. La lucha de ellos es otra. Tienen que descubriese, maldecir al mundo y cegarse a lo que creen inevitable. Podrían cambiar y rebelarse. Pero tú también podrías.