Túmbate desnuda sobre una nube de algodón.
Cierra los ojos. Inspira. Expira. Y flota.
Hasta tocar las estrellas con las palmas abiertas y el horizonte con tus piernas.
Imagina por todo tu cuerpo millones de besos.
Algunos chiquititos, dulces, suaves y apasionados.
También juguetones, lascivos y mojados.
Muchos de esos que te dejan con ganas de más. Hasta encenderte cómo una adolescente.
Que no te canses de abrazarle, de jurar amor eterno.
Aunque no exista mañana.
Y ser felices, de nuevo, en un sueño de madrugada.

A veces se me olvida que mientras duele es que estoy jodidamente viva. Supongo que sería mucho mejor si abrazara …

Midori levantó la cabeza y me miró. -¡Tus expresiones son muy peculiares!- comentó. -Viniendo de ti, me quedo tranquilo- dije, …